La falta de intervención cambiaria está impulsando una apreciación del peso, lo que abarata las importaciones. Aunque esto podría beneficiar a los consumidores a corto plazo, también podría acentuar el déficit comercial. En marzo, las compras al exterior subieron un 47,5% interanual, mientras que las exportaciones bajaron un 4,2%, según cifras oficiales.
Desde el sector industrial advierten que ya se están importando productos básicos como pan o leche porque resulta más económico traerlos del exterior que producirlos localmente. “Cuando eso pasa, es porque algo está muy mal”, afirman voces del sector productivo.
Un tipo de cambio oficial en torno a los $1.000 también complica la rentabilidad de los exportadores. En el sector agropecuario, donde las ventas externas ya vienen demoradas por factores climáticos, los productores alertan que quienes alquilaron tierras podrían cerrar la campaña con pérdidas. Un dólar más bajo reduce los incentivos para exportar y pone en duda la capacidad del país de cumplir con las metas de acumulación de reservas acordadas con el FMI.
El Gobierno necesita adquirir cerca de 3.500 millones de dólares en el mercado, y el Tesoro requerirá unos 4.000 millones adicionales hasta julio, de los cuales sólo cuenta con 1.900 millones, según cálculos privados.
Impuestos distorsivos
Aunque un tipo de cambio bajo ayuda a contener la inflación, también agudiza los problemas de fondo de la economía. La consultora IDESA advierte que alrededor del 30% de los ingresos del Estado provienen de tributos altamente distorsivos que afectan negativamente a la producción. Entre ellos se incluyen:
-Impuesto al cheque: 1,6% del PBI
-Retenciones a las exportaciones: 1,0% del PBI
-Ingresos brutos: 4,2% del PBI
-Impuesto a los sellos: 0,4% del PBI
-Tasas municipales: 0,8% del PBI
Reducir esta carga sin generar un nuevo déficit fiscal se presenta, al menos por ahora, como una meta difícil de alcanzar.
Quiebra de empresas
La combinación de presión tributaria, suba de costos internos y un dólar más bajo está dañando al entramado productivo. Entre diciembre de 2023 y febrero de 2025, más de 10.000 microempresas cerraron sus puertas, según datos del SIPA, marcando el nivel más bajo incluso en comparación con el pico de la pandemia.
Esto se traduce en una mayor informalidad laboral: el 42% de los ocupados trabaja fuera del sistema, de acuerdo al INDEC. Además, el desempleo trepó al 6,4% en el último trimestre de 2024.
País caro para producir
Argentina continúa siendo un país caro para producir. En el ranking de competitividad del Institute for Management Development (IMD), el país se ubica en el puesto 66 de 67, sólo por encima de Venezuela. Los altos costos fiscales, las dificultades logísticas y las regulaciones complejas desalientan la inversión y la generación de empleo.
En este contexto, permitir que el dólar oficial caiga hasta los $1.000 conlleva un doble riesgo: por un lado, comprometer la competitividad externa y, por otro, debilitar aún más la estructura productiva nacional, a pesar de que en términos nominales los indicadores macroeconómicos muestren una aparente mejora.
(InfoGEI)Jd