La rabia de Milei sube al cielo

Argentina 13/08/2024.- No vale la pena, a esta altura, llevar una estadística puntillosa sobre la hiperactividad de Javier Milei en las redes sociales, el tiempo que les dedica y en qué medida eso lo distrae de hacer lo que se supone que es su deber: gobernar la Argentina. Tampoco, predecir las mareas de su ánimo, las que, cuando bajan, lo llevan a percibirse rodeado de enemigos o, cuando suben, a inventarlos para alimentar su narrativa. Lo que corresponde es reparar en que su violencia discursiva crece de modo alarmante, en paralelo al Alberto-gate y al recrudecimiento de la «batalla cultural» de la ultraderecha gobernante. Mientras, la democracia se deja envenenar a gran velocidad.

La tendencia de una libertad que ya retrocede, teme y se autocensura cuenta con la complicidad de peronistas marginales que intentan instalar la oposición en un lugar de ultraderecha nacionalista propio de un siglo atrás; radicales y liberal-conservadores que no hallan el menor motivo para hacer mea culpa alguno en momentos en que se empieza a notar cómo usa el Presidente «las herramientas» que le entregaron en el Congreso, y medios que, definitivamente, innovan con sus aportes a la novedosa consigna del «circo sin pan».

Todos en general y cada uno en particular

desPertar consignó ayer el modo en que el mandatario trató de «cómplices», «boludos» e «imbéciles», entre otras cosas, a dirigentes, periodistas y ciudadanos del común que persisten en defender ideas ya no solamente progresistas, sino también de centro «bienpensante». Asimismo, que se permitió repostear –hacer suyo– un mensaje que acusó de encubridores de las violencias atribuidas a Alberto Fernández a un grupo grande de periodistas, a quienes además se refirió mediante apodos ofensivos. Los aludidos, con apodos ofensivos, fueron Jorge Fontevecchia, Ernesto Tenenbaum, Luciana Geuna, María Duffard, Jesica Bossi, Diego Sehinkman, Joaquín Morales Solá, Jorge Fernández Díaz y María Laura Santillán. Cada persona es dueña de determinar en qué momento los demás cruzan el límite de la calumnia.

La ofensiva siguió ayer, demostrativa de que el Presidente no se limita a responderles a quienes lo atacan, sino que agrede sólo porque puede. Así, escribió él mismo y reposteó mensajes llenos de términos degradantes contra más periodistas y mujeres actrices y conductoras. Les tocó, siempre en clave insultante, a Diego LeucoJulia MengoliniFlorencia PeñaLuciana Rubinska y Tamara Pettinato. La lista, desde ya, nunca puede ser exhaustiva con Milei y se insiste: cada quien determina cuál es el límite de lo que considera injuria.

Su violencia, su desahogo desbordante vaya uno a saber de qué viejos resentimientos, no se limita a individuos, por muchos que estos sean; es colectiva. Así, le faltaba ir contra los «progres» –otra vez– y los gays.

En lo que constituyó el delirio del día, Milei posteó un mensaje que postula que la prisión es «la sociedad ideal progre» por contar, entre otras cosas, con salud y educación gratuitas, armas sólo en manos de los policías y «mucho sexo gay». Si ese es el paraíso del progresismo, cabe suponer que constituye el infierno paleolibertario. La pregunta sobre a dónde diantres lleva Milei a esta sociedad se hace verdaderamente apremiante.

La humorada –un plato, realmente– es un zoncera inconmensurable, claro, pero expone la voluntad de la ultraderecha de excluir y cancelar a millones de los ciudadanos a quienes gobierna y por cuyos derechos debería velar.

Una dosis más de veneno para la democracia argentina.

Autopercibidos portadores del peronómetro –título que los votantes peronistas les niegan rotundamente cada dos años–, personajes como Guillermo Moreno y Sergio Berni se imaginan como los Milei del futuro.

El primero, que viene de recibir su tercera condena en una causa por manipulación de las estadísticas del INDEC, innovó en materia historiográfica en uno de los programas de TV que le dan pantalla para panelear al afirmar que «Videla y Viola fueron prosoviéticos» y «dentro del Ejército, ‘los generales rojos'».

La ensalada en asombrosa y reveladora de que en la era de la posverdad se puede decir cualquier estupidez. Total, el público se renueva y los jóvenes que recién se asoman al mundo por fortuna abundan.

Moreno ignora –o no, no lo ignora– que las dictaduras de los años 70 en Sudamérica fueron patrocinadas por la CIA en un contexto de Guerra Fría y que los militares que perpetraron en muchos de sus países violaciones sistemáticas de los derechos humanos adquirieron el knowhow en academias estadounidenses. Asimismo, que estos fueron criminalmente «antizurdos» –vaya coincidencia– y que fueron protegidos por Washington antes y después de la refrescante y pasajera primavera de Jimmy Carter.

Acaso se haya referido al embargo cerealero de 1980 impuesto por ese presidente demócrata a la Unión Soviética en represalia por la invasión a Afganistán, al que el Proceso no adhirió por motivos estrictamente comerciales. También a que eso habilitó una transacción informal con Moscú que les dio a los militantes del Partido Comunista Argentino un trato más benevolente en medio del baño de sangre imperante. Pero omite todo lo demás y que el propio embargo fue levantado en 1981 por Ronald Reagan.

El tema del debate en el piso de C5N era el nacionalismo de Victoria Villarruel, a la que ese peronismo –tan setentista como el camporismo, aunque por motivos opuestos– no deja de tenderle la mano para convertirla en su cabecera de playa contra el «globalista» Milei.

Sergio Berni fue menos revisionista y más directo. El senador provincial bonaerense postuló que «el debate no es si nosotros estamos cerca de la doctora Villarruel, sino si la doctora Villarruel está cerca de este gobierno. Yo creo que no». «Yo, a Villarruel la quiero en mi equipo porque veo una peronista, veo una persona con una impronta nacionalista, que es de lo que este gobierno tiene una carencia absoluta», agregó, reiterando un guiño ya lanzado nada menos que en la previa del último 24 de marzo.

Es difícil de explicar que Berni haya sido por tanto tiempo un puntal en seguridad, nada menos, de Cristina Fernández de Kirchner y de Axel Kicillof.

Mientras, el amplio movimiento, incluso en cabeza de sus dirigentes más respetables, sigue acudiendo a las convocatorias programáticas de Moreno e invitando a Berni a sus juntadas por la renovación y la unidad.

Si alguien no llega, que arranquen nomás.

«Las herramientas que necesita el Presidente»

Ese peronismo setentista de derecha dura coopera, a su modo, con la «batalla cultural» machista, macartista y homofóbica del paleolibertarismo.

A esos colaboracionistas del «cambio» se suman otros, de modos más correctos, que le ponen el cuerpo a la gobernabilidad, entregándole «herramientas» al Topo para que lleve adelante el mandato que le dio una mayoría social que no es precisamente la que los ubicó a ellos en la oposición.

Gracias a la ley Bases, el Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado a cargo de Federico Sturzenegger emitió un resolución que establece un Régimen de Personal en Situación de Disponibilidad que involucrará a quienes trabajen en planta permanente en los organismos del Estado que sean próximamente suprimidos. Habrá pronto más noticias…

Asimismo, un decreto habilita al Gobierno a renegociar todos los contratos en vigor para la realización de obra pública.

En otro orden, la AFIP ya no requerirá el registro de los contratos de alquiler.

En lo que respecta al ajuste del día a día, otra caída del empleo formal completó, sólo hasta mayo, la pérdida de 175.000 puestos de trabajo en lo que va de la era Milei. Y los colectivos volvieron a aumentar en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), con lo que la tarifa completó una suba del 600% en ocho mesesJorge Macri, que no recibe señales de obtener una compensación presupuestaria, sigue elaborando la idea de acudir a la Justicia.

Por Marcelo Falak. Letra P

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