El 9 de julio de 1816, reunidos en la ciudad de San Miguel de Tucumán en Congreso General Constituyente, se firmó el Acta de la Independencia.
¡Viva la patria!
Ese día, las manifestaciones populares se concentraron en los alrededores de la Casa de Tucumán coreando “Viva la Patria”. La sesión se extendió hasta altas horas de la noche, por lo que los festejos se llevaron a cabo al día siguiente. Esta hecho histórico determinó la ruptura definitiva de la dependencia política a la corona española completando así el proceso revolucionario que comenzó el 25 de mayo de 1810.
Debido a los problemas que existían en las mismas Provincias Unidas el congreso se realizó en Tucumán. Allí los diputados retomaron las relaciones rompiendo “los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España” para ser “una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”. Agregando días después a esta declaración “y de toda otra dominación extranjera”, despejando cualquier especulación sobre el posible sometimiento al rey de Portugal.
El 10 de julio se organizó una fiesta exclusiva, que comenzó a las nueve de la mañana con una misa en el templo de San Francisco donde asistieron los principales referentes de la sociedad tucumana. El 21 de julio llegó el día de la fiesta popular, en la que hombres, mujeres y niños fueron convocados a un acto en el Campo de Carreras. Este sitio tenía una importancia simbólica porque allí ocurrió la Batalla de Tucumán. Esta celebración constituyó la primera apropiación del proceso revolucionario por parte de la comunidad, donde Manuel Belgrano y el gobernador Araoz brindaron sus primeros discursos valorando el patriotismo de los combatientes y convocando el apoyo del pueblo.
Respecto a la historia de los festejos, en cuanto asumió Bernardino Rivadavia el 6 de julio de 1826 fueron suprimidos y posteriormente restaurados por Juan Manuel de Rosas el 11 de junio de 1835 por decreto. Cuando se cumplieron 50 años, el 9 de julio de 1866 se estaba librando la Guerra de la Triple Alianza por lo que tampoco hubo festejos. En el centenario, 1916, en medio de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el Atlántico estaba cerrado y no vinieron invitados internacionales. El presidente Victorino de la Plaza ni siquiera asistió a los festejos en Tucumán y mandó a Saavedra Lamas como delegado. Para el sesquicentenario en 1966, el presidente Illia preparaba una gran celebración, pero el 28 de junio de ese año se produjo el golpe de estado del general Juan Carlos Onganía. No vino nadie del exterior, y la celebración fue un desfile militar por la Avenida Libertador.