El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE), un anticipo del PBI, mostró en junio una caída interanual de 12,3%, con lo que acumuló en el primer semestre una retracción de 12,9%. Sin embargo, tras los desplomes de marzo y abril, acentuó la recuperación que ya había mostrado en mayo pasado con la reanudación de la actividad tras el cese del aislamiento más estricto dispuesto por el Gobierno de Alberto Fernández. El indicador mensual desestacionalizado avanzó un 7,4%, según el Indec, algo que ya anticipaban los datos del Centro de Estudios para la Producción (CEP) que depende del Ministerio de Desarrollo Productivo.
Hacia adelante, el Gobierno enfrenta ahora dos desafíos. El primero y más urgente es el derrotero de dólares que el Banco Central (BCRA) pierde pese a la balanza comercial positiva como efecto de la desconfianza de los agentes económicos antes los planes del Gobierno, la emisión monetaria volcada para sostener el gasto en medio de la pandemia y las expectativas de devaluación. La brecha cambiaria entre el dólar oficial y los alternativos llegó ayer nuevamente a un 80%, pese al buen desenlace que se espera de la renegociación de la deuda en dólares con los acreedores privados con títulos bajo legislación extranjera.
Esta situación generó una administración más estricta del comercio exterior y restricciones a importaciones denunciadas por las empresas. El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, señaló que no faltarás dólares para la producción. Sin embargo, la interpretación de algunos economistas del índice de precios mayoristas de junio (que superó por más de un punto y medio a la inflación) refiere a que varios importadores debieron recurrir al contado con liquidación desde fines de mayo pasado, cuando nació el «supercepo». Esos aumentos de los costos todavía no se verificaron en los precios al consumidor, pese a que varias consultoras advirtieron en la última semana de julio y primeras de agosto una aceleración de los precios y de la llamada inflación núcleo (no contempla precios estacionales ni regulados).
En el Gobierno creen que hay espacio, como consecuencia a la capacidad ociosa de la economía, de crecer priorizando la producción industrial y sin generar presiones cambiarias. Hoy, la Unión Industrial Argentina (UIA) anticipó que en junio, la actividad industrial se contrajo -10,7% interanual y registró un rebote de 17,7% mensual. Con esos datos, en el primer semestre se acumuló una baja de -13,8% respecto a igual período del año pasado.
Esta semana, la cuarta encuesta de la entidad fabril entre las empresas industriales en el marco del Covid-19 había marcado una mejora de la producción, pero una caída de ventas y una acumulación de deudas en las industrias manufactureras.
Justamente, el segundo problema que enfrentará el Gobierno se debe a la segunda fase de la crisis. Si la primera fue el freno abrupto de la oferta por las cuarentenas, esta segunda etapa estará signada por la desconfianza a consumir sin un horizonte claro de pospandemia, y como consecuencia de la caída de los ingresos y del empleo privado registrado (y el informal). «Hay un componente de consumo postergado por la pandemia que se puede incentivar», cree Kulfas.
En mayo, por caso, hubo 294.600 asalariados privados menos que hace un año según datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA). Además, la crisis económica afectó con mayor fuerza a los independientes y a los trabajadores de casas particulares. El Ministerio de Trabajo señaló en su informe mensual que, si no rigiera la prohibición de despedir o la doble indemnización, la caída de trabajadores privados hubiera sido más grave. El salario en abril subió 42%, mientras que en mayo subió 37% interanual, por debajo de la inflación (43%).
«El dato del Indec mostró que la recuperación continuo en junio», afirmó a LA NACION Gabriel Zelpo, socio de la consultora Seido. «Es esperable que se siga observándose cierta recuperación a futuro a medida que la cuarentena va aflojando. Sin embargo, no está exenta de riesgos, entre ellos la tensión que se observa en el mercado cambiario que pueden abortar la recuperación económica si es que el Gobierno no logra calmar al dólar», estimó.
El economista jefe del Ieral, Jorge Vasconcelos, estima que el promedio simple del segundo trimestre muestra una caída Interanual de 19,6% en la Argentina, mientras que en Brasil fue de 10,5% interanual en el mismo período. En junio, la Argentina cae 12,3% interanual, y el país de Jair Bolsonaro, 6,5% interanual. «La pregunta es si el tercer trimestre puede recortar en forma significativa esa caída. La respuesta es que los primeros datos de julio y de agosto indican que el proceso de normalización viene muy lento», afirmó el economista. «Será difícil lograr que la caída del PBI del tercer trimestre termine siendo de un dígito», anticipó Vasconcelos.
«Las restricciones del lado de la oferta son más intensas cuando tenés trabas a las importaciones e incertidumbre sobre el acceso a dólares comerciales. Eso no se da en los otros países de la región», agregó Vasconcelos acerca de la presión sobre el tipo de cambio.
«Actividades muy mano de obra intensiva como construcción, hoteles y restaurantes, comercio minorista, servicios personales, esos sectores, al estar trabajando a una fracción del potencial, efectivamente te empiezan a generar un problema por el lado de la demanda. Esos salarios recortados corresponden a millones de personas», completó.
«Continuó la recuperación esperada desde el quinto subsuelo que resultó ser abril», afirmó Gabriel Caamaño Gómez de consultora Ledesma. «Pero aun estamos 13% abajo de los niveles pre pandemia. Hacia adentro, y obviando algunos datos que habrá que ver si se sostienen, porque son difíciles de explicar, como comercio, la caída del segundo trimestre estuvo levemente por debajo de lo esperado. Ahora hay que ver a qué ritmo normalizamos y cómo responden cada uno de los sectores. Todo indica a un recuperación más lenta a la que espera el Gobierno y a un caída promedio anual de dos dígitos», cerró.
«Para comenzar una recuperación al salir de la cuarentena, y con el tema del canje de la deuda encaminado, es clave que la recaudación se recupere junto con la actividad económica privada. En este último sentido, difícilmente haya recuperación en ‘V’ y es esperable que haya que esperar varios meses para que se logre recomponer el nivel de actividad previo a la pandemia», estimaron los economistas del Iaraf Nadin Argañaraz y Bruno Panighel.