De todas formas, por entonces no se reflejaron variaciones en el valor en el surtidor ya que el incremento fue absorbido por las refinadoras que, según explicó el gobierno por entonces, “se vieron beneficiadas por la caída del precio internacional del crudo”. Los impuestos representan el 40% del valor que el consumidor paga en el surtidor, que incluye entre otras variables el tipo de cambio, el precio del crudo y el valor de los biocombustibles.
En uno de los artículos del decreto en el que se oficializará el barril “criollo”, se estipula que “refinadoras deberán adquirir el total de la demanda de petróleo a productoras locales”, según publicó el sitio especializado Econojournal. También se modificará el esquema de retenciones: “Se establece la alícuota del 0% al derecho de exportación en los casos que el precio internacional del petróleo sea igual o inferior a los u$s 45. Y una alícuota del 8% del derecho de exportación en los casos que el precio ‘sea igual o superior al valor de referencia (u$s60)”.
El origen
“La idea es tener un precio de referencia que evite que los proyectos que en la Argentina están en funcionamiento, aún con bajo nivel de actividad, no terminen de cerrarse bajo un escenario negativo”, había explicado el ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas la semana pasada.
La decisión de instaurar el barril “criollo” fue un guiño para las provincias productoras, pero la medida no fue recibida de la misma manera por todas las empresas del sector. Muchas firmas habrían preferido evitarlo y llegar a un acuerdo negociando entre partes. Es que, por ejemplo, YPF (junto al resto de las denominadas petroleras integradas y las refinadoras) sentirá el impacto de la iniciativa. Fuentes del sector habían señalado que un barril criollo a u$s45 puede “dejar sin margen al refinador”, a la vez que beneficia a aquellas empresas que sólo “producen”. Es por eso que algunas compañías intentaron, sin éxito, acordar un precio de barril “criollo” en torno a los u$s35.