Durante el primer trimestre, la inflación estuvo impulsada por los ajustes en las tarifas de Servicios Públicos y el tipo de cambio (que acumuló un alza de 16% si incluimos a diciembre 2017, dado que el traslado a precios de los movimientos cambiarios no es inmediato). Como resultado, la suba de precios acumuló 6,9% en el período enero-marzo de 2018 (2,3% de promedio mensual) y frenó el “proceso desinflacionario” iniciado a fines de 2016. De cara al segundo trimestre, el Banco Central afirmaba que el dólar se encontraba en “niveles adecuados”, de modo que la dinámica parecía reencauzarse. Sin embargo, nada de esto sucedió: la divisa escaló más de 30% en el período y la suba del nivel de precios se aceleró en el segundo trimestre del 2018, alcanzando 8,5% (2,8% de promedio mensual). De este modo, la inflación acumuló 16% en el primer semestre del año pasado, dando por tierra con la meta impuesta por la autoridad monetaria al cierre de 2017 (15%). No obstante, lo peor estaba por venir.
El fuerte salto cambiario del cierre de agosto (casi 30% en una semana) se sumó a los nuevos aumentos tarifarios y al alza de los combustibles (superior al 20%). Como resultado la inflación se disparó: la suba de precios alcanzó 13,3% en el tercer trimestre de 2018 (+4,3% promedio mensual, el registro más alto para un trimestre desde 2002), alcanzando un pico en septiembre cuando rondó 6,5%. Sobre el cierre del año, se logró estabilizar el mercado cambiario y la suba de precios comenzó a reencauzarse. Si bien en octubre la inflación persistió muy elevada (5,7% mensual), producto del importante arrastre que dejó septiembre, el “alivio” –en términos relativos- llegó en noviembre y diciembre, cuando este guarismo promedió 3%.
En los drivers inflacionarios del año pasado hubo un gran ausente: los salarios. Los mismos habrían finalizado 2018 con un alza cercana al 30%, cediendo un importante terreno frente al resto de los precios de la economía.
¿Qué pasará con los precios en 2019?
Con el comienzo del año se reanudará el proceso paritario. Aunque su “temporada alta” será en el segundo trimestre, ya se están poniendo en marcha cláusulas gatillo y de recomposición salarial que tendrán un impacto en los primeros meses del año. Por su parte, los Servicios Públicos también marcarán un alza importante en el primer trimestre, en torno a 18,5% impulsados por la ambiciosa meta de equilibrio fiscal primario pautada con el FMI. Además, los servicios privados, que registraron una suba de 34% el año pasado (los bienes treparon más de 50%) también buscarán una mejora. Por último, el tipo de cambio mantendría la calma del cierre de 2018, acumulando un alza en torno al 7% en el primer trimestre.
En este marco, proyectamos que la inflación rondaría el 8,5% en el primer trimestre del año, registrando una baja sensible frente al último cuarto de 2018 pero permaneciendo en niveles elevados.
En el segundo trimestre, las presiones salariales se acrecentarían, producto del cierre de los principales acuerdos paritarios que buscarán recuperar la caída del salario real ocurrida el año pasado. Por su parte, los precios de los Servicios Públicos continuarían creciendo por encima de la inflación y acumularían un alza mayor al 10% en el período abril-junio, siguiendo a los anuncios realizados al cierre de 2018. Por último, la divisa ingresaría en su “etapa electoral”, marcando un avance también mayor al 10% en este trimestre, y ajustándose de manera inversa a las chances de reelección del oficialismo –las elecciones en la PBA podrían adelantarse-. Como resultado, proyectamos que la inflación persistiría elevada en el segundo trimestre, acumulando casi 9%. De este modo, la suba de precios alcanzaría 18% en la primera mitad de este año, 2 p.p. más que en el primer semestre de 2018.
Para el segundo semestre proyectamos que la inflación intensificará su proceso descendente. Si bien la dinámica cambiaria se tornaría más agitada, la divisa no se mantendría sostenidamente por encima del techo de la banda cambiaria, e incluso es posible que marque una baja en el último trimestre producto del fin de la incertidumbre electoral. Por su parte, los Servicios Públicos también ingresarían en “modo electoral”, aunque este tendría un efecto inverso al del tipo de cambio: los aumentos serían prácticamente nulos. Por último, pasada la temporada de negociaciones colectivas, los salarios dejarían de ser un foco de presión sobre el resto de los precios. En este contexto, la inflación acumularía una suba cercana a 13% en la segunda mitad del año, finalizando 2019 apenas por encima del 30%.
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