Perspectivas políticas de Argentina 2018 – Por Rosendo Fraga

Dom 07/01/18 .- Mientras la economía esté bajo control el conflicto social será manejable, si no puede complicarse la gobernabilidad.

El que ha iniciado será un año central en las relaciones internacionales para el presidente Macri. La Cumbre del G20  que se realizará en Buenos Aires el 30 de noviembre y el 1 de diciembre será la prioridad. Se trata de un proceso en el cual tienen lugar hasta entonces 60 reuniones de trabajo, 41 de los sherpas -los representantes de los jefes de Estado y de gobierno para la Conferencia- 11 de finanzas y 8 grupos de afinidad.

Estas reuniones tendrán lugar en distintas ciudades del país. Cabe recordar que este Grupo (en la imagen) está integrado por 19 países y la representación de la UE, que tienen 80% del PBI mundial y 60% de la población. El Presidente argentino comienza un intenso año en política exterior: el 22 de enero visitará a Putin en Moscú; después estará cuatro días en el Foro de Davos, oportunidad en que tendrá encuentros con empresarios y varios jefes de Estado, y el 26 de enero estará con Macron en París. Durante el primer semestre del año, Macri ejerce la Presidencia pro-tempore del Mercosur y su aspiración es llegar a algún tipo de acuerdo de libre comercio con la UE, algo que no parece fácil de lograr. Las elecciones presidenciales que tendrán lugar en Colombia (mayo), México (julio) y Brasil (octubre) definirán el rumbo político de la región para los próximos años. En setiembre, el Presidente puede participar en la Asamblea Anual de las NU en Nueva York, como lo hacen la mayoría de los jefes de gobierno del mundo.

En la política interna, 2018 es el año para realizar reformas, dado que 2019 será un año electoral, en el que presuntamente Macri irá por su reelección. Para ello, la clave será la negociación con el sector moderado del peronismo, articulado alrededor de los gobernadores. Ellos controlan un bloque de 25 senadores (el segundo en la Cámara alta) y de 35 diputados (el tercero en la Cámara baja), con los cuales el oficialismo puede seguir negociando como lo hizo a fines de 2017, para la aprobación de reformas en el Congreso. Esta relación es la clave de la gobernabilidad de Macri en el año que se inicia. Una negociación exitosa con el sector moderado del peronismo es algo que no pudieron manejar con éxito sus dos predecesores no peronistas (Alfonsín y De la Rúa). La negociación con éxito con la CGT es el otro desafío. La central obrera peronista está dividida entre «duros» y «blandos» respecto al gobierno. A partir del 1 de febrero se reinician las sesiones extraordinarias del Congreso y el oficialismo quiere retomar el tema de la reforma laboral, la única que quedó pendiente a fines de 2017. Pero también se impulsarán otras reformas, como la electoral y la del Ministerio Público (Procuración). Dentro de Cambiemos, la pugna anticipada entre Vidal, Rodríguez Larreta y Peña por la candidatura presidencial de 2023 generará tensiones políticas. Lo mismo sucederá en la relación del Pro con la UCR y la CC, pero sin llegar a una crisis.

Paralelamente, se seguirá conformando una oposición «dura», que hará de la calle un ámbito de expresión y presión política, poniendo en riesgo la seguridad pública. Comenzó a articularse el 24 de marzo de 2017 en la conmemoración del 41º aniversario del último golpe militar. En el mismo convergieron el kirchnerismo, las organizaciones de derechos humanos, los partidos de izquierda, los movimientos sociales «duros» y el sindicalismo combativo (las dos CTA). El caso Maldonado la amplió al incorporar el componente indigenista, representado por los sectores radicalizados de la etnia mapuche. Esta oposición «dura» realizó una demostración de fuerza frente al Congreso cuando se trataba la reforma previsional. Sin gobernadores, tiene a través del kirchnerismo la tercera bancada en el Senado con 8 legisladores y la segunda en Diputados con 64. Cristina Kirchner es su figura más relevante en el plano político nacional. Esta oposición «dura» seguirá haciendo del relato y la denuncia su arma política más eficaz, a la vez que reforzará sus manifestaciones en la calle, buscando capitalizar a su favor el conflicto social. Pondrá a prueba la capacidad del gobierno para mantener el orden público. Mientras la economía esté bajo control el conflicto social será manejable, pero si se combina con una alteración en este campo, puede complicar la gobernabilidad.

El papel político de la Justicia, las relaciones con la Iglesia y los imponderables, completan el cuadro político de 2018. Sin elecciones y con el gobierno dominando el escenario político, la justicia federal seguirá alineada con el gobierno en las causas de impacto político. Es posible que sigan avanzando las causas de corrupción contra el kirchnerismo, que las denuncias por el acuerdo con Irán y la muerte de Nisman generen riesgos políticos para Cristina, que ella llegue a juicio público y oral en alguna de sus causas, pero también que el Senado siga sin votar su desafuero. El gobierno tratará de ganar posiciones en la Justicia, cubriendo el centenar de cargos vacantes que hay en ella y produciendo algunos alejamientos. La nueva conducción del Episcopado elegida en noviembre, encabezada por monseñor Ojea, estará más cerca del conflicto social que la anterior y ello puede generar algunos roces, en un año en el cual la inflación impedirá bajar la pobreza y la mejora en el empleo no será relevante. Pueden irrumpir «imponderables», como fue el submarino San Juan en los últimos meses de 2017, tema que se proyecta al 2018. La inseguridad pública y el conflicto social en las calles pueden ser uno, al igual que la causa Odebrecht, que comenzó a moverse a fines de 2017 y que ha causado fuerte impacto político en los países de la región en los que ha sido investigada. Pero el imponderable más relevante y que puede afectar la economía es el mundo. En noviembre, la calificadora Standard&Poors dijo que los cinco países del mundo más vulnerables al aumento de la tasa de interés internacional son Catar, Paquistán, Turquía, Egipto y Argentina. Probablemente, el rumbo económico será más debatido que en 2017.

En conclusión: la Cumbre del G20 será la prioridad en la política exterior argentina, sobre todo en el segundo semestre, y en el primero lo será la búsqueda de un TLC con la UE; en política interna, la clave será la capacidad de Cambiemos de negociar las reformas y la gobernabilidad con los gobernadores y la CGT, lo que permite articular mayorías en el Congreso; al mismo tiempo se articulará más una oposición «dura» con capacidad de manifestarse en la calle, con el kirchnerismo, la izquierda, organizaciones de derechos humanos y sindicatos y la Justicia seguirá siendo un ámbito de impacto político, la Iglesia estará más cerca del conflicto social y la estabilidad global, la seguridad pública y el caso Odebrecht aparecen como algunos «imponderables».

Los Andes

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