En las últimas horas, se dio a conocer un documento secreto que detalla las acciones realizadas por el submarino ARA San Juan, en la misión anterior a la que provocó la desaparición del buque.
En la misma, se supo que el 9 de julio de 2017, el ARA San Juan “detectó por audio el rumor sonar de un posible submarino nuclear”. Se trataba de una nave de guerra del Reino Unido y había sido “constatada una hora antes ya que se la tenía por registrador”. Inmediatamente la tripulación recibió la orden de “disminuir los ruidos al máximo y proceder a grabarlo”.
La tres grabaciones de los ruidos del submarino fueron enviadas a la Armada Argentina, después que tres sonaristas con los del buque argentino en esa misión coincidieran en que se trataba de un submarino nuclear.
Por otra parte, también se conoció que un año antes de su desaparición, el ARA San Juan había sido “limitado” en su “profundidad operativa” a solo “100 metros”. Ya que a una mayor profundidad no permitía garantizar su estanqueidad, según especifica el documento.
Es que el ARA San Juan no realizaba las pruebas hidráulicas de válvulas de casco y tuberías desde hacía un par de años, teniendo en cuenta que se recomienda hacerlo cada 18 meses. También realizar las verificaciones y reparaciones que aseguren su navegabilidad y que no se pueden hacer a flote mientras el submarino está en el agua.
El “mensaje naval” titulado “Estado Operativo-Limitaciones” del ARA San Juan fue firmado por el capitán de navío Héctor Aníbal Alonso, jefe del Estado Mayor del Comando de la Fuerza de Submarinos, y por el capitán de navío Carlos Alberto Acuña, Comandante de la Fuerza de Submarinos, entre otros.
El reporte también denuncia que, a partir del quinto día, falló el sistema de propulsión y que se mantuvo en toda la navegación. Además de perder 50 litros de aceite por día, tener a bordo 80 trajes de escape, todos vencidos, y que había 14 de las 100 pastillas que debía portar para la producción de oxígeno en caso de una emergencia.