La gesta de Malvinas dejó abiertas muchas heridas y todos sabemos que unas duelen más que otras. Hubo una generación de jóvenes soldados que ofrendaron sus vidas aquí nomás, en nuestras islas, en nuestro territorio. Sabemos que algunos pasaron a la historia como héroes desconocidos a los que solo conoce Dios.
Muchos de los integrantes de aquella generación volvieron de la guerra humillados por la misma superioridad que los escondió para tratar de ocultarle al pueblo su propio y estrepitoso fracaso. Muchos pudieron fundirse en un abrazo con sus familiares, otros se fueron juntando a lo largo y a lo ancho del país para reclamar y obtener mucho menos de lo que les corresponde y mantener viva la llama de Malvinas junto al recuerdo de vivencias y compañeros. Otros, no pudieron soportar trastornos psicológicos, el desdén al que fueron sometidos y el hecho de que la bandera que sostuvieron con orgullo los tapara en el olvido con pena y sin gloria.
Los fueguinos no los olvidamos ni los olvidaremos jamás.
En estos últimos días tan angustiantes en los que tampoco tenemos precisiones sobre la suerte corrida por los 44 tripulantes de nuestro Submarino ARA San Juan cuyos nombres, apellidos y fotografías sí conocemos, algo positivo y conmovedor ha pasado.
En estas últimas semanas tan dramáticas donde el esfuerzo internacional conjunto busca denodadamente algún rastro que permita saber dónde está el ARA San Juan y qué ha pasado con esas 44 almas, algo significativo ocurrió.
En estos últimos tiempos en que quisiéramos detener el reloj para estirar la esperanza que se nos viene nublando, una luz ha brillado sobre Malvinas para ponerle nombre a 88 cuerpos de nuestros héroes sobre un total de 122 que estuvieron enterrados, sin identificar, durante más de 35 años en el Cementerio de Darwin.
Esto sucedió en el marco del Plan del Proyecto Humanitario que llevó adelante la Cruz Roja Internacional, desde el 20 de junio hasta el 7 de agosto de este año, junto a un equipo de catorce especialistas forenses de Argentina, Australia, Chile, España, México y Reino Unido.
Estos equipos, gracias a la coordinación de la Cruz Roja Internacional, a la buena voluntad de las familias que se prestaron para los estudios de ADN, a la decisión de los gobiernos de Gran Bretaña, Argentina y al apoyo de los Malvinenses, lograron un resultado tan espectacular como emocionante en este último invierno. Lograron ponerle nombres a la historia, lograron que 88 familias sepan a ciencia cierta dónde yacen sus familiares y puedan, con amor y seguridad, ir a llevarles su afecto y una flor. Ya no es Dios el único que sabe el nombre de estos 88 héroes. Lo sabe el mundo entero.
La madre del soldado reconocido Horacio Echave, muerto en acción el último día de la guerra, al enterarse de la identificación dijo algo muy conmovedor: “El tiempo no pasa cuando las heridas no cierran”.
Creo que no hay mejores palabras para ilustrar el inmenso bien espiritual que esta acción coordinada por la Cruz Roja Internacional ha conseguido. Estamos logrando, a fuerza de no olvidar, que el dolor deje de ser insoportable y que las heridas vayan cerrando.
Nada de todo esto pudo haberse llevado sin la disposición activa de todos los implicados. Hoy no sabríamos los nombres de estos 88 mártires sino se hubiera logrado un entendimiento mínimo entre las partes para emprender, con éxito, semejante desafío humanitario.
Todavía quedan 36 cuerpos por identificar. Hago votos como argentino y fueguino para que las familias que dudan de la rigurosidad de este trabajo fenomenal se acerquen a brindar información genética que les ayuden –y nos ayuden a todos los argentinos– a conseguir 36 nombres más. Esos nombres que, como dije al principio, han hecho historia.
El resultado de este trabajo es una muestra de que, cuando hay voluntad de diálogo y respeto para encarar tareas conjuntas verdaderamente trascendentes, se puede. Los resultados están a la vista. Hoy 88 familias tienen una certeza y cierta tranquilidad que hace 35 años les era esquiva y 88 héroes por fin descansan en paz.
Por último, quisiera destacar que esta labor no es fruto de un gobierno. Que los laureles no le corresponden exclusivamente a la administración del Presidente Macri sino también al gobierno anterior y al de todos los actores e instituciones que participaron con determinación de esta tarea tan noble que hace tanto tiempo estábamos esperando.
Honor para los caídos en combate. Honor para los Veteranos de Malvinas. Convicción en nuestra soberanía y ojalá todas las partes estemos aprendiendo la lección de que en toda instancia, mediante el diálogo fecundo, es posible conseguir avances significativos.