e venden más autos, los créditos hipotecarios causan furor, en el campo se respira con mayor alivio y el mundo financiero sigue subido a la «lebacmanía», pero el consumo sigue de capa caída.
Esto último es, precisamente, lo más inquieta hoy día al Gobierno, que ve cómo se acerca la fecha de las urnas y no logra sacarlo del pozo en el que está metido hace ya unos meses.
Uno de los datos que los funcionarios siguen con atención son las ventasminoristas, al tiempo que van monitoreando otros indicadores para detectar modificaciones en el mix de bocas de expendio.
En este sentido, un informe elaborado por la consultora Focus Market revela que ya desde el año pasado una mayor cantidad de personas se fue volcando a las compras cotidianas en pequeños comercios, a raíz de las mayores restricciones presupuestarias.
En cuanto a los otros rubros –como el de la electrónica, artículos del hogar, bienes e indumentaria–, un canal que viene creciendo a pasos acelerados es el online. Paradójicamente, no es tenido en cuenta para la elaboración de las estadísticas oficiales.
El «tarjeteo» en el exterior también alcanza cifras récord. Y si bien corresponde a una porción relativamente minoritaria de la población, lo cierto es que ese segmento es el que más mueve la aguja consumista.
En lo que se refiere al mercado doméstico, el «combo» conformado por una economía que no termina de despegar, una inflación que tarda en ceder y salarios que aún no terminaron de acomodarse (ya que la mayoría de las empresas particiona los aumentos en dos tramos y el segundo aún no llegó), hace que el consumo siga sin arrancar.
En este marco, adquieren suma relevancia los planes de cuotas que ofrecen bancos y comercios, ya que sin ellos buena parte de la sociedad se vería imposibilitada de adquirir varios de los productos que le despierta interés.
Al analizar el comportamiento del público y el uso de las tarjetas de crédito y débito, se observa el fuerte impacto causado por la irrupción de Precios Transparentes.
Ocurre que este plan borró un plumazo la «ilusión» que se había creado de poder comprar en 12 cuotas sin interés, modalidad que ya se había incorporado al set de preferencias del público.
De la información aportada por las propias emisoras de tarjetas, surge que el ritmo de gastos también se ha moderado por un cambio de hábitos y preferencias.
Más bienes durables, autos premium y créditos hipotecarios contrasta con un menor protagonismo del «shopping«, argumento al que apelan varios funcionarios para refrendar el «lado positivo» de la caída del consumo.
Alegan que aquellos argentinos con mayor capacidad adquisitiva ahora han comenzado a priorizar el largo plazo, en detrimento de las compras de ocasión, y ello se ve reflejado en la forma en que se financian.
«Observamos un cambio en el comportamiento. Durante el kirchnerismo y el cepo, la gente consumía todo lo que podía, para no quedar presa de la inflación«, señala un importante funcionario que visita con frecuencia la Casa Rosada.
«Hoy día, en cambio, en la medida en que la inflación va bajando y las perspectivas de largo plazo mejoran, hay una mayor propensión al ahorro. Estamos cambiando la cultura cortoplacista por una de largo plazo», añade.
La fuente recuerda que esto sucede luego de más de una década en la cual la prioridad fue inyectarle fuerte presión a la «bomba consumista» y a como dé lugar, siendo los planes de cuotas un elemento vital para lubricar esa maquinaria.
Ahora, en cambio, el enfoque parece girar al ahorro o a determinado tipo de bienes de mayor costo, para los que se requiere otro tipo de financiación.
Esta «nueva» demanda tiene su correlato en el boom de hipotecarios: desde enero a mayo, los argentinos tomaron créditos por $11.000 millones, cifra que ya supera a todo lo colocado durante el año pasado.
Por el lado de los préstamos personales, también se observa un importante progreso: «En lo que va del año, prácticamente duplicamos el nivel», indica el directivo de un banco privado nacional de primera línea.
Añade que «los pedidos vienen de la mano de un aumento en los montossolicitados y de los plazos de cancelación, que ahora rondan los 3 años«.
Situación similar se registra en los bancos oficiales, como el Ciudad o el Provincia. Fuentes de ambas entidades señalan a iProfesional que ya duplicaron los montos colocados respecto a igual lapso del 2016.
Si se analiza la evolución de las diferentes líneas destinadas a personas físicas, el dato que adquiere mayor protagonismo es el de la fuerte suba registrada en hipotecarios y prendarios.
– En los hipotecarios, el acumulado de los montos efectivamente colocados entre enero y mayo treparon un impactante 360% respecto del nivel de hace un año.
– Los prendarios, en tanto, crecieron 153%, superando ampliamente a los personales (103%) e incluso al financiamiento vía tarjetas de crédito (19%).
Si se elige como base de comparación mayo de 2016, lo más relevante es el avance de los hipotecarios (430%), seguidos por los personales (143%).
Estos últimos subieron 105% mientras, y otro dato llamativo -que marca un fuerte constraste- es lo que ocurre con las tarjetas, que cayeron 7%.
Es cierto que los volúmenes de cada línea son muy distintos, pero también es verdad que el mix de líneas de financiamiento cambió de manera apreciable. En particular, ahora se caracteriza por un sesgo más largoplacista.
Para los analistas, muchos de los que toman créditos lo están haciendo pensando en el mediano término, aun si esto les representa sacrificar parte del consumo presente.
Intuyen, además, que este puede ser uno de los motivos que justifica el menor impulso en el uso del plástico, en sus diferentes modalidades.
Así las cosas, se observa en el mix de financiamiento que los:
– Hipotecarios: pasaron de un tímido 1% (mayo de 2016) a un 5,1% un año después
– Prendarios: duplicaron su participación pues repuntaron del 2,2% al 4,3%en igual lapso
– Préstamos personales: ganaron unos 13 puntos porcentuales (del 20% al actual 33%)
Estos repuntes ocurrieron a expensas del «tarjeteo«, que perdió nada menos que 14 puntos porcentuales en un año (del 77% al 58%).
¿Y los saldos de los bancos?
Hay otra forma de analizar lo que viene sucediendo, y es a través de la manera en que evolucionan los saldos de cada una de las líneas en los balances de las entidades financieras.
En otras palabras, cómo se distribuye la cartera de los bancos y su evolución a lo largo de estos meses.
En el caso de los personales y las tarjetas de crédito, se observa que desde fines de enero los saldos de los primeros superan al de los plásticos, algo que no sucedía desde hacía mucho tiempo (ver cuadro):
Este cambio imprevisto se debe en gran medida a que, en la actualidad los nuevos montos de tarjetas que se financian mensualmente apenas duplican a los de los personales (2 a 1).
Hasta no hace mucho tiempo, esa relación era de 4 a 1 (ver cuadro):
En cuanto a la relación entre hipotecarios y prendarios, lo más significativo es la marcada reducción de la brecha: pasó de poco más de $14.000 millones (mayo de 2016) a menos de la mitad ($6.200 M).
En consecuencia, los balances de los bancos muestran que durante el último año la línea que más creció fue la de los prendarios (61%), seguida por los personales (54%), bien por encima de la de tarjetas (12%).
Con estas variaciones, la estructura de financiación a las familias muestra un claro cambio en favor de los créditos personales, que ahora representan casi el 43% del total. Les siguen las tarjetas, que retrocedieron al 36% y los hipotecarios con el 11%.
Finalmente, los prendarios, ahora reúnen el 10% del share.
En este escenario, que presupone un cambio de hábitos, algunas voces oficiales deslizan que el estancamiento del consumo se debe a que la sociedad ahora encuentra opciones para canalizar su dinero que antes no tenía.
Esas alternativas a las que hacen referencia van desde la toma de créditosa tasas bajas para financiar un 0km hasta la búsqueda de un hipotecario.
Esto, claro está, sin dejar de mencionar la búsqueda de dólares de los particulares que, sin cepo mediante, acumuló más de u$s11.000 millones en tan sólo los primeros cinco meses del año.
Ipreofesional