El consumo debe reactivarse en 2017
El consumo privado resulta preponderante en la economía argentina: representa más del 70% del PBI e influye sobre las demás variables económicas. Por caso, una suba del gasto privado puede tener consecuencias positivas sobre la producción local y/o sobre las importaciones.
El año pasado el gasto de las familias mostró un importante deterioro: según el INDEC, el consumo privado cayó 1,4%. La aceleración inflacionaria, sumada al deterioro del mercado laboral por la recesión, implicó una caída considerable en el poder de compra de las familias.
Además, la política monetaria restrictiva del Central (que llevó a cabo una suba significativa de tasas) tampoco ayudó en 2016. Los préstamos para consumo al sector privado (personales y tarjetas) crecieron 32% i.a. lo que implica una caída de 6% en términos reales, deflactado por IPC GBA Ecolatina. Este retroceso fue más acentuado en los créditos personales (préstamos utilizados principalmente por los sectores formales de menores ingresos), que disminuyeron 11% i.a. tras descontar la suba de precios. En cambio, los préstamos con tarjetas de crédito (mayormente dirigidos a la clase media) retrocedieron “sólo” 5% en términos reales durante el año pasado.
El deterioro del consumo en 2016 no fue homogéneo entre los distintos sectores sociales, así como tampoco lo fue entre los diversos rubros que lo componen (ver ISE 1104). Por caso, los hogares más vulnerables fueron los que más recortaron su gasto: según Kantar Worldpanel, el año pasado el consumo masivo de los sectores bajos se redujo 8%, mientras que el de los sectores medio y alto mostró una merma de 4%.
Asimismo, en 2016 las familias priorizaron los bienes de mayor necesidad y respecto de productos más prescindibles: por caso, CAME informó que las ventas de alimentos y bebidas (-2,6% anual) o de farmacias (-3%) mostraron bajas más moderadas respecto de productos de menor necesidad como, los de cosmética (-10%) o joyería (-7%), entre otros.
Sin embargo, las compras de bienes durables mostraron subas el año pasado: la cantidad de escrituras en CABA aumentó 20,2% y los patentamientos de autos importados crecieron 19,8%. La eliminación de las restricciones cambiarias y la reducción de impuestos internos para los automóviles, más que compensaron el encarecimiento de estos bienes producto de la devaluación de fines de 2015.
Las perspectivas del consumo privado para 2017 lucen favorables. Si bien hubo un aumento significativo de tarifas este fue menor respecto del año pasado. Asimismo, el dólar planchado apuntala el poder adquisitivo del salario en moneda dura y ayuda a moderar la inflación. La necesidad de ganar las elecciones legislativas induce al oficialismo a implementar medidas que tiendan a incrementar el nivel de demanda. Por último, es probable que trabajadores y sectores sociales cuyos ingresos están atados a la inflación pasada (jubilaciones y asignaciones familiares) vean una suba real de sus haberes en 2017, si se desacelera el ritmo de suba de los precios.
La polarización del consumo es cada vez mayor
Pese a la necesidad de una suba tangible del consumo en un año electoral, los datos del primer trimestre del año no han dado signos claros de recuperación, sino más bien señales mixtas. Lo más destacable es que coexisten dos dinámicas muy diferentes respecto al gasto de las familias.
Por un lado, el gasto en los bienes asociados al consumo masivo (necesidades básicas) continúa mostrando deterioro. Esto podría explicarse porque los sectores vulnerables tienen un peso muy elevado en el consumo de dichos productos (asignan la mayor parte de sus ingresos al mismo) y su situación no muestra mejorías. Por el otro, se está percibiendo con creciente intensidad el cambio en el patrón de consumo de las familias de ingresos medios y altos, donde el atraso cambiario está impulsando la compra de numerosos bienes dolarizados.
Respecto del primer punto, cabe mencionar que según datos Kantar Worldpanel, el consumo masivo registró una merma de 3,5% en los primeros dos meses del año (último dato disponible). Además, se observó una baja en las ventas minoristas de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) de 3,2% i.a. en el primer trimestre, donde todos los rubros mostraron deterioros marcados. Esto se corrobora con una confianza del consumidor débil: conforme a los datos de UTDT, en el primer trimestre, la misma registró un descenso de 14,6% i.a.
Resulta interesante observar que la confianza en los hogares más vulnerables se encuentra muy por debajo que la de los sectores de ingresos altos, y que buena parte de la brecha se explica por una mejora en las perspectivas de los segundos para adquirir bienes durables e inmuebles (rubro donde se registró el mayor deterioro en los sectores de ingresos bajos). Estos productos están altamente relacionados con el tipo de cambio: el sector inmobiliario y los autos son dos claros ejemplos.
De hecho, en el primer trimestre de 2017 se observó un boom en la compra de bienes “dolarizados”. Al igual que el año pasado, nos encontramos ante un escenario de mayor apertura comercial y con posibilidad de adquirir dólares para atesoramiento, a lo que se suma un creciente atraso cambiario (e incluso el blanqueo) que potencian aún más el gasto en estos productos.
En los primes tres meses del año el patentamiento de autos 0 km importados trepó 73% i.a. mientras que la venta de 0 km nacionales subió sólo 8% i.a. en el acumulado a marzo. Asimismo, en el primer bimestre del año, el turismo emisivo aumentó 12% i.a. (cantidad de viajeros argentinos que tomaron un avión al exterior) mientras que el turismo receptivo se mantuvo estable (visitantes extranjeros).
Además, el primer trimestre del año el crédito con tarjeta en dólares creció 40% i.a. (por encima de la inflación) pero en pesos sólo aumentó 28% i.a. (por debajo de la inflación), evidenciando nuevamente la influencia del atraso cambiario en las decisiones de compra de las familias. También se observaron incrementos significativos en el sector inmobiliario, donde las escrituras en CABA crecieron cerca de 62% i.a., tras subas considerables en 2016. Por último, la compra minorista de dólares (menos de 10.000 U$S) alcanzó niveles récord en el primer trimestre (US$ 3.403 millones).
Otro fenómeno que está cobrando cada vez más relevancia y genera efectos negativos en las ventas locales es el descenso más marcado del gasto en ciudades linderas a otros países, debido a que muchos residentes optan por cruzar la frontera para hacer compras. La merma de ventas en provincias limítrofes y los embotellamientos automovilísticos para cruzar a Chile durante los feriados largos son las dos caras de la misma moneda.
Por caso, según lo informado por CAME, todos los comercios minoristas vieron reducidas sus volúmenes de venta en lo que va del año, pero con fuertes disparidades entre provincias, donde las más afectadas fueron aquéllas próximas a países vecinos (por ejemplo, en Mendoza, las ventas se redujeron 11% i.a. en marzo, muy por debajo de la caída total, de 4% i.a.).
Estos datos se corroboran con las cifras oficiales brindadas por organismos chilenos. Según la Cámara Nacional de Comercio, en 2016 se habría duplicado el gasto en tarjetas de argentinos en dicho país. Además, la Subsecretaría de Turismo del país vecino, informó que la cantidad de turistas provenientes de Argentina pasó de representar un 57% del total de visitantes latinoamericanos en 2015 a 65% en 2016 y 79% en enero de 2017 (último dato disponible). Esto significa que la entrada de turistas argentinos creció 49% i.a. el año pasado y 46% i.a. en el primer mes de 2017.
El consumo mejorará, pero el impulso sobre la producción interna será acotado
Si bien una parte del consumo está reactivándose, el dólar “barato” y una política de comercio internacional más abierta está generando que el incremento del gasto de las familias se destine a bienes dolarizados, por lo que el efecto positivo del consumo sobre el aparato productivo es acotado.
Esta situación se está manifestando en varios sectores. Por ejemplo, en el primer trimestre 2017 las ventas a concesionarias de unidades importadas trepó 36% i.a. mientras que las ventas nacionales cayeron 16% i.a. Asimismo, por el elevado costo salarial en dólares, algunas empresas multinacionales mudan sus centros de atención (call centers) a otros países de habla hispana.
Es por ello que, además de una suba en los ingresos reales de las familias, resulta sumamente necesario que se lleven adelante políticas que fomenten el consumo de productos argentinos, como Ahora 12, o el proyecto de ley Compre Nacional, que el oficialismo estaría por enviar al Congreso.
En síntesis, prevemos que este año se concrete la tan esperada mejora de la demanda interna. Sin embargo, producto del atraso cambiario y las menores restricciones comerciales, el repunte del consumo privado traccionará más sobre las importaciones que sobre la producción interna.
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