Kirchner es la nueva derecha"

El sociólogo norteamericano James Petras volvió a la Argentina donde considera que la pobreza, el desempleo, la concentración de la riqueza, y la obediencia al FMI siguen intactos, mientras el gobierno cosecha consenso a bajo costo en el área de derechos humanos. Cree que muchos piqueteros son los nuevos punteros oficialistas, y que Kirchner es la nueva cara de la derecha neoliberal, cosa que se confirmará -augura- en el 2005

James Petras anda con la agenda abultada, la espalda encorvada y la mirada con una especie de astuta inocencia para hablar de temas nada inocentes. «Me tienen que llamar de un programa de radio» dice, proponiendo cuál será el límite de la charla. Cuenta que ha estado dictando conferencias y recogiendo materiales para un proyecto de libro sobre Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador: «Sobre los alcances y los límites de los movimientos sociales en esos países, un estudio crítico pero en función de estudios de casos. Los problemas de capacidad y los de poder político». Y también estuvo acumulando información sobre la política del actual presidente argentino. Dice:

-Kirchner representa la nueva estrategia de la derecha neoliberal. Creo que forma parte de esa nueva derecha.

-Hace un año usted anunciaba que el gobierno iba a «caer entre dos caballos»: las demandas sociales, y las de los grupos de poder. Que sería un gobierno débil que sufriría una crisis brutal en septiembre del 2003 al pagar deuda externa. Eso no ocurrió.

-Sí, y se fortaleció. Yo creo que Kirchner es muy astuto. Hizo una política inteligente, de equilibrista, al satisfacer al Fondo Monetario y también neutralizar a los piqueteros en parte, y capturar a la clase media. El mal cálculo que hice fue el de precios internacionales de las principales exportaciones de la Argentina, que tuvieron un gran aumento que facilitaron mayores ingresos para el gobierno. Y el otro evento no anticipado fue que Kirchner descubrió un área de bajo costo político y económico pero que cosechaba muchísimos apoyos: anular las leyes de punto final, y empezar el proceso judicial contra los militares, y hacer alguna purga de militares, policías y jueces corruptos, y de gente del anterior régimen Menem-De la Rúa. Estos cambios son muy populares, no implican ningún costo para el gobierno, y le permiten ganar importante apoyo de los organismos de derechos humanos.

Mientras tanto, no han solucionado en ninguna parte el problema de la pobreza, que queda igual, pero con los movimientos sociales divididos, fragmentados, y con pocas palancas para actuar. Lo segundo es la utilización de los planes laborales para construir una red de nuevos punteros, entre los ex insurgentes en la lucha popular. Hay varios mecanismos que han usado Kirchner para ganar apoyo. Frente a lo que existía antes, parece un salvador para mucha gente.

En ese sentido han ganado mucho con poco. Poco, porque se sigue pagando la deuda, va a pagar a los deudores privados y va a seguir también apoyando a los agro exportadores. En eso es una continuación de la política de statu quo, con algunas modificaciones en el tema de derechos humanos y todavía no ha mejorado en gran escala a muchos sectores de clase media que igual prestan apoyo casi incondicional a su gobierno.

El año decisivo para Kirchner va a ser el 2005, particularmente si los precios y la relación de precios en el mercado mundial empiezan a caer. Fíjate: no tocó nada de las empresas privatizadas, principalmente Repsol, ex YPF, donde ahora con el precio de 36 dólares por barril se podría dejar de pagar la deuda y financiar una verdadera reactivación con empleos bien pagados.

-Su definición es: gobierno simbólicamente progresista, pero de derecha en la práctica.

-Sí, yo creo que falla el proyecto de estimular a la llamada burguesía nacional argentina, que tiene 150.000 millones de dólares depositados en el exterior. Es muy dudoso que vayan a traer este dinero e invertirlo en el país. Al fallar este proyecto de reactivar a la burguesía nacional, la única opción para un presidente que se proclama capitalista, es buscar capital extranjero.

Entonces, si va por este lado, tiene que crear las condiciones favorables. Frente a las debilidades con que llegó al poder, elegido por una minoría, frente a levantamientos, presiones, marchas, cortes de caminos, cuestionamientos, él necesitaba consolidar su mandato. Esa es la primera fase.

Y la segunda fase, que va a coincidir con el fracaso de su proyecto hacia la burguesía nacional, va a mostrar la verdadera cara de Kirchner. Podría empezar a fines del 2004 pero seguro se va a ver en el año 2005.

-El gobierno dice que es lo opuesto al neoliberalismo.

-Todos dicen eso, hasta que se dan vuelta. Algunos más rápido, otros menos. El ecuatoriano Lucio Gutiérrez tardó una semana en lanzar su proyecto fondo monetarista. Creo que en algunos sentidos, la política fiscal de Kirchner es bastante conservadora. No hay déficit, tiene excedentes en el comercio, paga la deuda, y la gente olvida algunas cosas como la dependencia que tiene de la agro exportación y el petróleo. En lo demás, es una pura continuación de lo de siempre.

-Pero Petras, esas medidas de bajo costo a la vez son muy fuertes ¿no muestran la voluntad de hacer una política diferente?

-Kirchner quiere proyectar la imagen de un político heterodoxo, pero nunca niega que está a favor de acuerdos con el capital extranjero, nunca menciona la re-nacionalización de sectores estratégicos, nunca ha cuestionado su filiación y cumplimiento con el FMI: ha hecho todo lo que el Fondo pide. Entonces: ¿cuál es la innovación?

Existen estas áreas políticas más que económicas, pero si uno analiza la distribución de ingresos, sigue igual. Si analiza la concentración de riqueza, sigue igual. Si analiza la Bolsa de Comercio, se duplicó en un año bajo Kirchner. ¿Dónde está la gran diferencia? Yo no la encuentro. Es menos represivo, eso es cierto. Han actuado contra las instituciones corruptas en manos de Menem, cosa que aprovechó para armar una administración compatible con él.

En definitiva la esencia de su proyecto se basa en la burguesía nacional. Pero no existe esa burguesía nacional, no existe una rotación empresarial que busque invertir, que busque promover investigaciones, o estudios de nuevas tecnologías, no existe una voluntad privada. Puede decirse que bajo esos parámetros y con esos límites, el gobierno ha hecho algunas cosas interesantes, pero no suficientes como para dejar de tener una visión de oposición crítica. Hay que buscar formas de reivindicar a la gente pobre. Claro que hay algunos que también tienen expectativas con este gobierno. Pero de fondo. mis entrevistas con gente de base, piqueteros, pobres, es que nada cambió.

-¿Cómo encontró a los movimientos?

-Los movimientos son controlados con los planes laborales y la cooptación de líderes: han convertido a algunos líderes en los nuevos punteros. Han ganado gran simpatía en la clase media que ahora está totalmente separada de los piqueteros. Esa famosa alianza de los piqueteros con las asambleas barriales… las asambleas barriales casi no existen. Y mucho menos hay una alianza.

Si tú vas a las marchas por ejemplo, no hay ninguna persona de clase media. Ni estudiantes. He visto dos marchas y casi todos son proletarios desocupados con sus familias. No veo altos, flacos y blancos en las marchas.

Entonces han conseguido aislar y desorientar a los movimientos, por lo menos en un importante porcentaje. Quedan grupos piqueteros organizados, orgánicos, pero más o menos aislados. Está el Polo Obrero, hay otros grupos, pero están en una lucha defensiva y limitada. Entonces no representan una amenaza para nadie.

-Esos grupos a la vez no tienen mucho apoyo. Usted mismo lo ha explicado, al hablar de la izquierda que usa baldes en la cabeza.

-Sí, sobreestimaron la radicalización del movimiento, y ahora están en un dilema. Cambió el ambiente en el país, y ellos no han reconocido la nueva situación, la nueva política para adaptarse. Están buscando confrontaciones, pero cuando haces confrontaciones, no puedes hacerlo solo. Estoy de acuerdo con los que llaman los «duros», en que este no es un gobierno popular. Estoy de acuerdo en que deben exigir planes de trabajo. Pero deben también extender la visión hacia los obreros mal pagados, hacia todos los problemas que van más allá de los planes de trabajo: educación, salud. Y tener un programa político, para unirse de alguna forma frente a esta ofensiva, o se van a caer uno detrás del otro. Si los movimientos piqueteros que tienen base popular, como la CCC, el Polo Obrero y otros, no se unifican, si quedan como están, poco a poco los van a eliminar o reducir a los bunkers.

-¿Percibe ese proceso?

-El gobierno sabe que si reprime a estos movimientos. puede provocar el apoyo a los reprimidos. Entonces los medios hacen el trabajo, demonizando la protesta: Clarín, La Nación, etc. Así se está generando un ambiente para que cuando Kirchner haga el viraje hacia la política neoliberal tradicional, tenga ya el clima más propicio para la represión. Mientras tanto, la tolerancia consigue consenso de la clase media y sectores de derechos humanos. No necesita reprimir cuando tiene suficiente fuerza política.

-Parecería otra astucia de Kirchner: al no reprimir a esos piqueteros, no los unifica, y se van fragmentando solos.

-Sí, se fragmentan. Y además no han elaborado un programa para esta nueva coyuntura más allá de las marchas y cortes de caminos que siguen teniendo vigencia en algunas situaciones, porque la miseria está todavía presente en todas partes, y en gran escala: el 50 por ciento.

Kirchner ha consolidado una Argentina dividida en dos países. Por un lado la clase media acomodada y las expectativas de la clase media baja, y el otro mundo: el de los pobres. Incluso ha ganado alguna simpatía entre sectores de los pobres, a partir de D’Elía y otros.

-Además hay una tradición del peronismo.

-Sí, pero yo creo que es importante analizar a los no peronistas que están metidos con Kirchner. Si es cierto que los punteros están jugando un papel como viejos peronistas, lo más interesante es la cooptación de ex piqueteros o piqueteros acomodados, que se han transformado en los nuevos punteros.

Creo que eso es un factor nuevo del señor Kirchner, que ha montado una máquina heterodoxa que incluye piqueteros, punteros y el aparato del Estado.

-¿De dónde toman a los nuevos punteros?

-De todos lados. Sobre todo con los que ofrecen políticas localistas. Si vas a hacer política local ¿por qué no ir con el gobierno y recibir financiamiento para los emprendimientos? Ahí hay un fracaso.

-¿No hay también un fracaso en los llamados duros? Las marchas sin blancos altos, como usted dice, y con gente que marcha para poder seguir cobrando sus planes sociales.

-Bueno, pero eso no es un fracaso. Siguen teniendo una fuerza y potencialidad. No han desaparecido. En el aniversario del 19 y 20 aparecieron más de 50.000 piqueteros. El problema es que fueron rotativos.

-Fue un acto triste.

-Pero si juntas todas las fuerzas, es algo significativo en una sociedad desmovilizada. Entonces hay que reconocer eso, siguen teniendo una presencia reducida, fragmentada, pero siguen siendo una referencia a pesar de que ha caído el poder de convocatoria. Y también existe algo en Zanón y otras fábricas recuperadas, un liderazgo combativo y clasista que sigue en pie de lucha.

-Pero en Zanón mismo plantean que ya no se puede seguir con el viejo esquema de sólo marchar y disputar poder internamente. En ese acto que usted menciona, a los obreros de Zanón no los dejaron hablar, en medio de las clásicas pujas por digitar las listas de oradores.

-Es que hay que hacer una elaboración de un programa de lucha amplio, y hacer una política, no simples protestas y actos. En eso estoy totalmente de acuerdo con Zanón porque no digo que las marchas estén agotadas por siempre, pero en esta coyuntura, empíricamente, no consiguen cosas y empiezan a perder relevancia.

-¿Cómo percibe entonces que de aquí en más seguirán las cosas? Usted dice: «hay que hacer una política». ¿Cómo se hace?

-Es que son formidables los obstáculos de las divisiones internas, no sólo entre las organizaciones sino dentro de ellas. No es fácil. Yo puedo plantear un programa de recuperación del petróleo, no pagar la deuda, toda una lista. Pero eso implica una lucha política con el gobierno vinculando las reivindicaciones actuales de educación, salud, empleo, con la macroeconomía. Las dos cosas. Hay que seguir reivindicando exigencias puntuales como conseguir empleo, pero poniéndolo en un marco que explique porqué hay problemas. Se deben vincular las cosas con la macro política. Y a partir de eso, por lo menos convocar a una asamblea de todos los grupos para ver si se pueden juntar en un programa único. Yo tengo algunas dudas por el izquierdismo infantil que existe en los grupos. Entonces, si no hay un levantamiento que podría forzar la unidad, yo creo que la posibilidad de unificar fuerzas políticas aquí es muy dudoso.

-Ya hubo uno, el 19 y 20, que ni fue generado por los partidos de izquierda, ni sirvió para que se unifiquen. Parecería que la realidad política pasa por otro lado.

Fuente: La Vaca.org

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